Bien, nunca me gustó sentirme condicionado.

En cualquier cosa, depender de agentes externos para poder hacer lo que me plazca es algo que me repatea mucho.

Decidir si la semana que viene puedes tomartela de relax si hoy te entra un cliente es sentirse muy, pero que muy condicionado.

Entiendo perfectamente que te sientas identificado.

Yo no empecé siendo el jesucristo del copy, ni lo soy todavía.

De hecho me queda mucho por aprender.

Pero lo que si sé, es que he entendido lo mínimo sobre esto para que un negocio no se convirtiese en la preocupación Nº 1 en la vida de una persona.

Creeme, estuve años viviendo del boca a boca cuando hacía páginas web.

(Gracias a que trabajaba como un cabrón, si no, no me hubiera comido un rosco)

El no saber cuando iba a entrar un cliente nuevo…

Daba una ansiedad como cuando ves a alguien haciendo una temeridad.

Poco a poco te vas encerrando, las persianas de tu casa van cerrándose poco a poco y cada vez entra menos luz.

Dejas de salir con tus amigos, y cuando ves el calendario, te das cuenta del número de días que han pasado y ni eras consciente de ello.

Saber persuadir a las personas es lo que me sacó de esto.

Me permitió sentirme capaz de convencer, que lo que vendía era la solución de sus problemas.

Y esa sensación, de por fin ver que la gente le da valor a lo que haces…

Es una sensación tan gratificante, que cualquier dueño de negocio que haya creado algo que ayude a las personas debería experimentar.

Esa es mi historia, te podría contar sobre clientes y proyectos chulos…

Pero mejor te dejo sus reseñas y si entras a mi lista, seguramente algún día cuente sus anécdotas.